Dualidad: luz versus oscuridad

 

El universo es dual, todo es dual. ¿Cómo podría existir la sombra si no hubiera luz, el frío sin calor, lo denso y lo sutil, el día o la noche?. Siempre que algo existe en el planeta tierra, existe a su vez su contrario, es decir, el propio sol luminoso crea la sombra. Si todo es dual, si hasta nuestra energía es Yin y Yang, no podemos decretar que todo es luz y que no existe la oscuridad porque, erraríamos. Por ende, ya que sabemos que las fuerzas del bien y del mal conviven en el universo, tendremos que estar preparados para todo.

 

Muchas veces no somos conscientes de con quiénes vamos, qué lugares frecuentamos, en qué chats hablamos y, a veces, si viéramos el peligro de las cosas, no las haríamos. Sabiendo como sabemos y siendo conscientes de que todo es energía, no podemos permitirnos frecuentar según qué tipos de energías, sean relativas a personas, lugares o circunstancias. Como siempre digo, estamos en una frecuencia X del dial, de mayor o menor vibración y, una vez allí, vendrá a nosotros todo aquello que vibre con nuestra frecuencia vibratoria, que nos resuene. Pero, lo que atraemos, no siempre es lo que queremos o lo que deseamos. Aunque no seamos conscientes de la vibración real de nuestra alma, de la densidad de nuestra energía, lo iremos comprobando a medida que nos pasen ciertos hechos o casualidades. Como bien sabemos, la casualidad no existe y, o bien son pruebas del universo para ver si por fin hemos aprendido la lección o bien estamos reflejando fuera lo que tenemos dentro de nosotros mismos. “Como es adentro es afuera” así que, si no te gusta lo que proyectas, deberías de cambiar tu interior.

 

Y para eso hemos de ser conscientes de cómo purificarnos, cómo limpiarnos de esas energías nocivas y no sólo nosotros sino los lugares que frecuentamos, en los que estamos (vivienda, oficina…) porque, al igual que limpiamos nuestra casa, hemos de hacerlo a nivel energético y del mismo modo que nos duchamos a diario, hemos de limpiar energéticamente nuestro cuerpo.

 

Es decir, si de verdad quieres ver la luz aunque estés en tinieblas, comienza por hacer acciones, por tomar conciencia. Te has de proteger al igual que no dejas la puerta de tu vivienda abierta por las noches pues sería peligroso. Del mismo modo que no permites que te ataquen o roben -pues proteges tu casa-, has de proteger la morada de tu alma: tus cuerpos físico, emocional, mental y espiritual, todos tus cuerpos sutiles han de ser limpiados, purificados y protegidos para que nada ni nadie te pueda dañar.

 

A veces las personas no son conscientes del daño que mandan, que emiten, pudiendo incluso ser algo involuntario, un acto automático del cual no tienen consciencia pero aun así, hemos de estar alertas para detener esos ataques, para no permitir que nada nos baje nuestra vibración.

 

Nos sonarán términos como vampiros energéticos, ataques psíquicos, implantes, pactos, amarres, egregores… La energía densa o de baja vibración está constantemente en el ambiente, en las personas o lugares que frecuentamos. Todo está entremezclado -luz y oscuridad- pero es nuestro trabajo encontrar la armonía, ese equilibrio diario, armonizar nuestro sistema energético y nuestro entorno.

 

Existen muchas pautas, técnicas, consejos para protegerse y limpiarse a diario, tanto a uno mismo como a nuestro entorno. A todo ello le llamamos, ni más ni menos, protección energética.