¿Qué es el Tratamiento mental-emocional? A primera vista puede asustar… pero es una técnica más de Reiki Usui, se estudia en el segundo curso y es muy efectiva para sanar y acabar con aquellos patrones negativos que queramos modificar, transmutar o eliminar. Por supuesto, nunca hay que malinterpretar las palabras ni tener “miedos” infundados. Nadie puede hacerte cambiar algo que tú no quieras sanar o cambiar. Es decir, no hay terapeuta en el mundo que te sane: sanas tú, tan sólo el paciente. La persona que decide sanar, sana, nadie más. Por ello, esta técnica será un instrumento más para tu propia sanación.
Entremos en materia. Nosotros, como bien sabemos, somos mucho más que un cuerpo físico: tenemos un cuerpo físico, etérico, emocional, mental y espiritual. Y cada uno de ellos tiene su “misión” correspondiente. Aquí y ahora no solo estamos formados de un cuerpo físico que vemos y admiramos, que enferma o sana. No, la sanación comienza en planos superiores, en todos los cuerpos sutiles que tenemos hasta llegar a nuestro cuerpo físico donde, si nos empeñamos en hacernos “daño” con nuestros pensamientos, reacciones y emociones, si nos empecinamos en hacer lo que no debemos, lo que nos hiere o atormenta, finalmente, por haber enfocado en la mala dirección todo ello, nos genera sentirnos mal en la Tierra, en el cuerpo que tenemos aquí para vivir y ser. Es decir, como somos nosotros mismos, como humanos, los que generamos nuestros propios pensamientos y cada uno de ellos nos genera una emoción -sea agradable o espantosa- somos nosotros los encargados de cambiar esos pensamientos para no sentir esa emoción que nos hace enfermar.
Es decir, supongamos que guardamos un grato recuerdo de los veranos en una finca, cuando éramos niños y que lo que más nos gustaba, por ejemplo, era coger fruta de los árboles y hacer mermeladas o confituras. Y eso nos evoca el amor de nuestra abuela y las tardes que pasábamos con ella. En este ejemplo, alguien adulto, cuando se encuentre triste, por ejemplo, quizás piense en esos momentos que le hacían feliz. O igual no porque no esté de humor. Pero si quisiera remontar su día, es muy probable que se fuera a comprar fruta y se pusiera a hacer confitura casera o fuera al supermercado más cercano para comprarla pues sabe que, al tomarla, le hace sentir bien.
Pero está el otro extremo: alguien que estuviera a régimen y que le encantara la confitura casera tendría que sufrir por no poderla probar…
Es decir, las emociones y sentimientos que cada uno genera en su interior son únicos y personales. Cada ser humano es un mundo y nadie va a cambiar de opinión. No puedes obligar a nadie a sentir la misma emoción que tú ni a compartirla pues sencillamente sería una auténtica tontería.
Bien, pues todo ser humano hace acciones -dejando el concepto del bien y del mal que tanto nos gusta a los humanos- que le producen placer, felicidad, bienestar y muchas otras que a uno mismo nos generan rechazo, asco, malestar, ira, enfado o cualquier otro sentimiento menos agradable.
Y aquí entra el Tratamiento mental-emocional. Nadie se puede engañar a uno mismo y todos sabemos y conocemos nuestras carencias y virtudes, las sepamos reconocer o no. Por eso, esta técnica -que te realizará un terapeuta de Reiki si fuera necesario dentro de una sesión- consistirá en crear una frase, una afirmación (ver post de “Cómo decretar”) con ayuda del terapeuta para decretar bien la frase, de un modo correcto (decretar es hacer una afirmación contundente que queramos que se materialice, vea la luz) y durante unos minutos, permitir que el terapeuta haga el tratamiento con esa afirmación.
Sería como grabarnos a fuego, en esta parte mental esa afirmación para que, poco a poco, vaya apareciendo esa emoción que queremos que surja.
Es decir, generalmente se decreta algo de lo cual carecemos o queremos cambiar, transformar. Es como un refuerzo para conseguir lo que queremos cambiar, modificar o transmutar. Como si le hubiésemos indicado al cerebro y a nuestro corazón que queremos conseguir un objetivo nuevo que suele reemplazar a nuestro pensamiento antiguo que ya está obsoleto. Y se llama mental-emocional porque esa transformación se hace, no en el cuerpo físico sino en nuestro cuerpo emocional y mental, de ahí su nombre.
Por ello, por un lado, hemos de saber lo que queremos cambiar, el fin, para lograr materializarlo. Así, teniéndolo claro, enfocaremos toda nuestra intención en ese fin, pero además el terapeuta habrá integrado con esta técnica esa afirmación para que tenga más peso.
Estamos hablando de crear la “afirmación” que es para ti y… querer cambiar, enfocarte en ello. Si luego, en tu día a día te empeñas en seguir haciendo las cosas como antes… de nada servirá pero si decides cambiar… el éxito estará asegurado.
Y, ¿qué puedo cambiar?
Generalmente patrones o hábitos nocivos o que ya no nos sirven, que están obsoletos.
¿En qué consiste el tratamiento?
Dentro de una sesión de Reiki, durante cinco minutos aproximadamente, el terapeuta aplicará la técnica y el paciente, con los ojos cerrados -y si así lo desea-, podrá a su vez imaginar esa afirmación, repetirla mentalmente e incluso “sentirla”: darle forma, color, olor… ponerle los cinco sentidos, sentirse en su fuero interno como si ese objetivo ya se hubiera producido, conseguido.
Y ya solo quedaría a nivel individual poner cada uno de su parte para lograr tener la vida que uno desea.
Como siempre, la vida es una carrera de fondo. No podemos cambiar tres cosas a la vez. Habrá que invertir el tiempo y la energía en focalizar cada vez algo a cambiar y cuando ya esté conseguido, ir a por un nuevo objetivo. Y, por supuesto, los milagros no existen, no se logra cambiar sin hacer nada al respecto. Somos dueños de nuestras vidas y responsables cien por cien de lo que hacemos, decimos, no hacemos y de nuestros silencios. Hay que saber en qué punto estás, hacia dónde quieres dirigirte y entonces actuar. Sé realista, ve poco a poco, hay toda una vida para cambiar. O más…