Reiki es una técnica de sanación, una manera de liberar energía enquistada que queda en nuestro sistema energético, por eso, a medida que más nos demos Reiki, más energía enquistada y bloqueos se liberarán.
No es magia, tan solo es sentido común: tenemos un sistema energético idéntico al cuerpo físico que conocemos: cada órgano tiene su doble energético, tenemos 7 chakras principales a lo largo de la columna vertebral que se ocupan de gestionar esa energía que luego bañará los diferentes órganos y glándulas. Estos vórtices energéticos, estos centros acumuladores de energía han de funcionar de un modo correcto porque, si no lo hacen, como siempre digo, el flujo energético se estancará. ¿Por qué? Porque si no pasa la energía o ésta se desborda podría perjudicar a todas esa zona y llegar la enfermedad o al menos, sentirnos “averiados”.
Por lo tanto, supongamos que desde nuestra cabeza nos alimentan con energía, ésta pasa a modo de tubería por todo nuestro cuerpo, por estos chakras principales y otros secundarios. Si la energía fluye, todo estará correcto pero si no lo hace de un modo adecuado, o bien faltará más caudal energético en la zona (se llama estar en hipofunción) o quizás exista una acumulación energética superior a la deseada (se llama estar en hiperfunción).
Y en este momento entra el terapeuta de Reiki. ¿Qué va a hacer? Con la energía que sale por sus chakras secundarios de las palmas de sus manos (que hacen que éstas se calienten al comenzar la sesión de Reiki), esta energía enquistada se va a disolver hasta fluir de un modo correcto.
A veces cuesta días, otras, varias sesiones pues aunque la persona te dé Reiki en los puntos críticos, has de entender y tener muy claro que esa energía enquistada son tus propios bloqueos, sean emociones atrapadas y no resueltas, creencias limitantes etc...
Por eso, cuanto más practiques Reiki o más Reiki recibas, más rato estarás eliminando esos bloqueos.
Y, ¿cómo sé qué bloqueos son? Te da igual el bloqueo en sí, si es de hace una semana o de la vida anterior. Lo que sí que observarás es que fluyes, que tu apertura mental es mayor, lo relativizarás todo: tu súper problema que parecía el fin del mundo un buen día te parecerá una nimiedad y así podría seguir una lista infinita.
El terapeuta no te sana, pone sus manos o utiliza técnicas que hacen que tu energía se mueva y pueda ser expulsada de tu cuerpo pero, si tú no decides soltar, si vuelves a tener una y otra vez esos patrones limitantes, las mismas antiguas ideas que tan nocivas eran para ti, no habrás conseguido nada.
Solo sana el que quiere sanar, nadie más.
Retomemos el tema: a más Reiki, más movimiento energético y mejor fluirá la energía por tu sistema energético.
Por otro lado, puesto que no solo somos un cuerpo físico pues hay varios cuerpos sutiles (cuerpo emocional, mental, espiritual) no solo sanaremos una dolencia física: a mayor práctica de Reiki, más liberarás patrones antiguos (energía enquistada) de estos otros cuerpos. Es decir, imagínate que todo lo que piensas o sientes queda registrado en estos cuerpos, que todas las veces que te has auto flagelado han quedado grabadas, tus enfados, ira, frustraciones de la vida… A medida que movamos la energía, iremos “vaciando” también la “basura energética” que ha quedado allí guardada, que no la vemos ni la conocemos ni sabemos de su existencia pero que está.
¿A qué esperas para comenzar a darte Reiki?
Existen suficientes razones para hacerlo si de verdad quieres cambiar, soltar energía estancada, armonizarte y equilibrar tu vida en general.