Somos almas viviendo una experiencia humana. Esa frase no es mía, por supuesto, pero la comparto y voy a decir cómo lo veo yo. Cada tramo de vida o etapa o paso que damos vamos siendo -viviendo- diferentes partes de nuestra personalidad (sobre todo en la edad adulta). De hecho, es como si cada X tiempo, cuando supuestamente vamos evolucionando y pasamos etapas, trabas y dificultades, la máscara o careta de una parte de nuestra personalidad asomase. Nos convertimos en una identidad diferente, quizás con la misma esencia, pero nos disponemos a realizar diferentes pruebas.
Como la vida es una carrera de fondo donde tenemos preparadas varias pruebas y actividades a realizar (que, a veces, las pasaremos o no y en ocasiones, -muchas- no las haremos debido a nuestro Libre Albedrío y voluntad), para poder crear esas situaciones y vivir y explorar esa parte del camino, del alma que quiere asomar, nos tenemos que disfrazar de un nuevo personaje, alguien desconocido para nuestro ser que nos dé la posibilidad de trabajar esa parte oculta de nuestro alma.
Aunque nacemos con unas cualidades físicas y un carácter, ese primer personaje, el de nuestra infancia, será el primero, -el que, en mis palabras, viene de fábrica-, el que hemos elegido para desarrollar nuestras pruebas a mejorar y virtudes a resaltar en esta vida. Y por eso probablemente seamos opuestos a la persona que somos. Es decir, si vienes a trabajar en este plano la timidez, tu cuerpo, signo del zodíaco o personalidad será lo más alejado de alguien exuberante y extrovertido. ¿Por qué? Porque, de ser lo contrario, obviamente esa cualidad no sería la que tendrías que trabajar.
Hasta ahí pienso y conozco varios autores que opinan lo mismo.
Cuando entramos en edad adulta, nuestros personajes se multiplican (y nuestras máscaras para ser aceptados por otros, por diferentes grupos sociales…)
Pero, además de eso, si vamos más allá, puesto que en la vida vamos pasando etapas, quizás no hayáis sido conscientes de lo siguiente:
Cada etapa viene marcada por unos personajes secundarios de tu obra, tú eres actor/actriz principal. Estas personas estarán a lo largo de X años, pero luego, como por arte de magia, desaparecerán. Habrá -como en cualquier obra de teatro- un escenario definido, unos personajes y una trama. Al finalizar con esta pequeña obra se volverá a montar una nueva, un nuevo estreno donde tú serás otro personaje basado en otra parte de tu personalidad a desarrollar.
Siempre digo que, si en este caso seguimos con el ejemplo de la obra de teatro, habrá un escenario, unos personajes definidos, cada cual tendrá su papel, un presupuesto, una trama que sucede y acontece… En el día a día y siguiendo con el ejemplo, si un extra se pone malo, habrá otro que le sustituya, es decir, si en la vida real nos rodeamos de una persona para un aprendizaje y por nuestro Libre Albedrío o el suyo, desaparece… vendrá otro personaje igual o muy similar que tendrá el mismo rol a desarrollar.
Si pensamos en una habitación (lugar, escenario), sería como vivir X experiencias humanas con X personas o circunstancias y hasta que no salgas de ese lugar para dirigirte a otro nuevo nada cambiará. Es como decir que cuando salgas de allí y cierres esa puerta, se abrirá una ventana o la siguiente puerta a entrar y transitar... Igual. Cuando acabas una parte de tu vida, un ciclo, todos esos personajes se esfuman, todo lo sucedido se pierde y vuelves a renacer, a edificar una nueva personalidad para tu nuevo proyecto de vida. Y tu esencia sigue siendo la misma, tu nombre también, pero, nada de lo que sucede es parecido a lo que ya fuiste.
Son pruebas que se superan, etapas que se pasan y nos llevan a evolucionar y a venir a cumplir con nuestro propósito de vida, nuestro plan álmico.